El Plazo
Una Señora muy bien de Buenos
Aires, estaba arrodillada en los primeros bancos de la Iglesia del Santísimo
Sacramento, rezando el Rosario, en una de esas viene un chico como de ocho años
corriendo y le entrega a ella un papelito, ella pensó son cosas de chicos, por
curiosidad nomás abrió el papelito y decía “su marido morirá dentro de una
hora”, entonces ella se puso muy nerviosa y angustiada y lo guardó para
mostrárselo a la policía.
Lo primero que hizo fue llamar al
marido y le contó esta infausta noticia, el marido se sintió descompuesto y
comenzó a vomitar, su nombre era Enrique Vaca de Galimberti y el nombre de su mujer era Aída Viale Abalos,
ambos de familias Patricias de la gran Ciudad, ahí nomás la mujer se tomó un
taxi y fue a hablar con el Comisario de la Policía Federal y
éste muy amablemente la atendió y le dijo que gracias a las donaciones que
daban a la policía les iba a poner custodia de dos policías a cada uno a ella y
a su marido sin ningún costo. Aída agradecida fue en auto policial hasta su
casa dónde la esperaba su esposo temblando de miedo, no quiero morir, no quiero
morir, decía Enrique y sollozaba, Aída le dijo que tenían cuatro policías a su
disposición, para que los defendieran de algún ataque o provocación de alguna
índole. Pero Enrique no creía en la efectividad de la policía, y le dijo a Aída
–no voy a entrarme dentro de casa como un topo, me voy a quedar en la calle con
la policía, para ver que pasa y confiando en el Señor Jesús, espero que no me
pase nada, ya faltaban diez minutos para que se cumpliera la hora y Aída le
dijo a Enrique y si rezamos el Rosario, bueno dale querida Aída muy buena idea
y justo cuando empezaron el Rosario, pasó una moto con un motociclista y atrás
una metralleta disparando, al instante los policías tiraron al piso a Aída y
Enrique y respondieron al fuego, con tal eficacia que lograron voltear la moto
y agarrar al de la metralleta el que conducía escapó.
En la Comisaría le tomaron las
huellas dactilares y el hombre tenía un prontuario bien extenso de asesinato a
mano armada, robo, etc. así que fue derecho a la Cárcel de Encausados, no
sin antes averiguar porqué lo quiso matar a Enrique Vaca, el cantó y dijo que
fue contratado por la mafia de la trata de blancas, dado que Enrique era Legislador
y estaba averiguando sobre ese tema para
sacar una Ley y darle más años de cárcel a los que la perpetran.
Al salir Enrique de su casa, lo
estaban observando desde un edificio vecino, con un rifle recortado con
telescopio, lo miraban muy de cerca y de pronto sonó un cañonazo que dio en
mitad de la cara de Enrique, éste falleció instantáneamente , los delincuentes
dejaron todo tal cual , se pusieron ropa de policías y subieron al ascensor,
bajaron a planta baja y los dos se separaron cada uno se fue por su cuenta a
ambos les esperaba un Lamborghini rojo a
la izquierda y otro negro a la derecha. Subieron a sus autos y se escaparon por
las avenidas de Buenos Aires.
La policía Federal, pidió apoyo a
la INTERPOL
, dado que los delincuentes eran de la
Mafia de Italia-
El apoyo no se hizo esperar dado
que a los dos días vinieron Agentes de Estados Unidos eran unos diez, el líder
era Mark y dijeron que la última noticia que tenían de los sujetos eran que
estaban en la serranía de Córdoba. Los diez apoyados por la Fuerza de Elite de la Policía Federal
cuatro hombres de éstos, fueron rumbo a Córdoba, donde habían interceptado un
llamado de La Cumbre
en las Sierras a Buenos Aires los catorce iban en siete cuatro por cuatro,
Range Rover , e iban armados de toda clase de armas grandes y chicas, con
silenciadores si hacían falta, las armas grandes consistían en ametralladoras
antiaéreas, también tenían bombas de humo y granadas. Las armas chicas
consistían en cuchillos de caza, revólveres y ballestas. Los cuatro por cuatro
llegaron a la Ciudad
de Córdoba, donde cargaron combustible y desde allí se dirigieron a La Cumbre . Los primeros Range
Rover al llegar se encontraron con una balacera, eran por los menos seis
individuos, que lanzaron un bazooka y reventaron uno de los cuatro por cuatro,
por suerte sin bajas del lado de los Americanos, que iban en los primeros
coches, les tiraron éstos una bomba de humo y después una granada, que mató dos
de los mafiosos, los otro escaparon en camionetas Ford, nuevas.¡ Los persigamos
¡gritó, el capitán argentino. No dijo el Capitán yanqui, esperemos que hagan
nido de nuevo y allí vamos con todo, seguro que esos cuatro se juntan con
algunos más y si los perseguimos y los matamos no vamos a saber dónde está la
central o el nido de ellos, lo dijo el Yanqui, con un perfecto castellano.
Los maleantes al haber sido
encontrados tán fácilmente, entonces decidieron romper todos los celulares, así
que los tiraron al suelo y los pisaron hasta hacerlos añicos . Luego se
dedicaron todo el día a buscar un refugio en el Cerro Uritorco, allí
encontraron una cabaña escondida en medio de la sierra, estaba deshabitada,
porque no era tiempo de turistas, así que empujaron con fuerza la puerta y ésta
se abrió los cuatro entraron y se empezaron a bañar por turnos, luego
prepararon todas las trampas alrededor de la casa y se pertrecharon ellos en la
puerta, las dos ventanas , la de la izquierda y la de la derecha y la ventana
del ático.
¿Y ahora, cómo los encontramos?
Dijo un policía Federal, no se hagan problema dijo el Americano yo tengo un
rastreador satelital, así que vamos a poder ver la camioneta y a ellos y su
locación por supuesto, se puso a rastrear todas las zonas de las Sierras
Chicas, pasó sobre el Uritorco y allá divisó la camioneta Ford nueva, cuatro
por cuatro y los veía a los hombres bajando armas, dijo el Capitán Yanqui,
tenemos que ir con todo pero dejar al menos uno vivo, para que cante de dónde
viene y porqué mataron a Anchorena.
Subieron los catorce en sus siete
Range Rover y fueron hasta el Cerro
Uritorco, una vez ahí el Capitán de Estados Unidos dijo a todos usen armas
chicas, sin granadas, bazookas, ametralladoras, solo cuchillos y pistolas con
silenciador, tenemos que traer alguien vivo, no lo olviden. No, mi Capitán
gritaron los otros, estando a escasos veinte metros de la cabaña, alguien salió
y fue muerto de un cuchillazo en la espalda, los otros tres, como aquél se
demoraba en entrar, uno resolvió ir en su busca, apenas salió de la casa y
camino diez metros un balazo le atravesó el cráneo limpiamente, los otros dos
al ver que sus compañeros no venían, se llenaron de miedo y uno dijo, vamos a la Camioneta y escapemos,
sssi dijo el otro, que estaba tiritando de miedo. La camioneta estaba al frente
de la puerta de salida o sea que salieron agachados protegidos por la camioneta
y en un segundo se subieron apenas se subieron a uno le clavaron un cuchillo en
el brazo y al otro una bala que le perforó el pecho. Ahora fueron los catorce a
curar al de la herida en el brazo, cuatro eran paramédicos y lo asistían y lo
trajeron al Hospital Privado de la
Ciudad de Córdoba, por medio de un helicóptero que pidió el
Capitán de la Policía
Federal , no vaya a ser que se desangrara y muriera. El
delincuente estaba cuidado por dos policías uno de la Policía Federal y
otro de la Policía
de los Estados Unidos.
Cuando se compensó y pudo hablar
sin riezgo a los dos días, la Policía Federal comenzó a interrogarlo, y él
decía que no sabía nada, solo que lo habían enviado a matar al señor Vaca, que
los que sabían todo estaban en Nápoles y le hacían doler la herida y repetía lo
mismo. Yo le creo dijo el Capitán de los yanquis, y yo también dijo el Capitán
de la Policía Federal
Argentina. Ahora, dijo el estadounidense, ustedes saben muy bien que hacer con
el delincuente, yo y mis hombres nos vamos a Nápoles. Y los diez
estadounidenses partieron para Italia, hicieron escala en Roma y de allí al sur
de la bota italiana.
NÁPOLES
Una vez en la ciudad se
acomodaron en un Hotel cinco estrellas, desde allí hablaron a Buenos Aires,
para ver si el malviviente había cantado los nombres en Nápoles y le dijeron
que si, que tenían que buscar a Antonio Pratte o Marco Pulficcese, ok, dijeron
los yanquis vamos tras estos dos hombres. Fueron a la Policía Italiana
, los carabinieri y preguntaron por los
dos hombres, ambos tenían prontuario, les pidieron las fotos para sacarles
fotos y se las facilitaron, allí nomás sacaron fotos de los delincuentes, y la
policía italiana les dijo, no se olviden que son Capos de la Mafia , están custodiados por
todos lados, no se preocupe le dijo el Capitán Americano, nosotros sabemos lo
que hacemos y muchas gracias.
Todos se vistieron de civil y
fueron a los distintos bares de Nápoles, de dos en dos y con la foto de los
mafiosos Antonio y Marco, y en todas partes preguntaban por ellos, pero no los
encontraban hasta que uno dijo si a esos dos los conozco, vengan síganme,
espere un ratito que termino mi vino ¿ok? Y se fue con su copa de vino para el
baño, desde allí lo llamó por celular al Capitán y les dijo casi los habían encontrado, que se juntaran los
ocho en el Bar Il Panino , que vinieran bien armados, el Capitán dijo- ¡Genial,
iremos armados!
Estacionaron sus cuatro, Range
Rover y bajaron caminando rápidamente todos vestidos de cuero negro y con
escopetas recortadas, escondidas en sus sobretodos y dos pistolas cada uno,
entraron al Bar y tenían detenidos a los otros yanquis que avisaron y les
dijeron en perfecto inglés, sino tiran todas sus armas los matamos, a lo que el
capitán respondío tirando un cuchillazo en la pierna de Antonio, los matones de
Marco y Antonio, comenzaron a disparar, los yanquis no se quedaron atrás y
respondieron con las escopetas recortadas y mataron a seis de los siete
matones, pero veían que Antonio se les escapaba con uno de ellos apuntándole en
la cabeza ,entonces el Capitán con una pistola le dio un balazo en medio de los
ojos y cayó sin vida, el que quedaba activo de los italianos fue muerto con una
ráfaga de escopeta en el pecho, y los diez americanos quedaron vivos y lo
tenían a Marco, para interrogarle, la herida era leve así que no necesitaba
hospitalización, y lo hicieron cantar amenazándolo con cortarle los testículos,
Marco dijo que lo mataron a Enrique Vaca debido a que éste los había
chantajeado, diciéndoles, si no le permitían entrar al negocio de la trata de
blancas, por lo menos que le dieran cinco millones de Euros, para no sacar
leyes que castigaban más duro a la
Trata de Blancas y que ellos a eso no lo aceptaban.
Lo metieron preso a Marco y el
Capitán pensaba que realmente la razón la tenía Marco, con todos sus crímenes y
no Enrique Vaca.
Habló con La Policía Federal Argentina y le
contaron todo lo ocurrido y estos pensaban lo mismo.
Adrián Prunotto
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