Una
Luz de Esperanza
Desde el comienzo de la
existencia la Luz
ya existía y la Luz
era Dios y se abajó a vivir como hombre, Él se llamaba a sí mismo Hijo del
Hombre y nosotros lo llamamos Hijo de Dios.
Toda su vida fue humildad y
hacer la Voluntad
del Padre que está en los Cielos y fue tán así que hasta dio su Vida en una
Cruz, instrumento de tortura romano.
Hasta aquí parece que no hay
esperanza, pero a los tres días de muerto, Resucitó, si ¡Resucitó! Y nos abrió
el Cielo, para que nosotros tengamos esperanza, ¡tengamos esperanza! Para que
sepamos que después de esta vida hay otra, y muchísimo mejor que ésta, lo
Absoluto.
Por eso cuando miremos hacia
el futuro, nuestro futuro, no debemos temer, dado que la Esperanza puesta en
Cristo Jesús, es mucho más fuerte que cualquier miedo, aparte que si miramos al
futuro con amor, a Dios y nuestros semejantes, no tendremos nunca más temor, el
amor derrota por completo al temor y toma su lugar.
2- También hay que tener muy
en cuenta la esperanza que dá el perdón, por sobretodo el perdón de Dios para
con nosotros , que se realiza por medio de una sincera Confesión. Y el perdón
que nos damos entre nosotros, para construir una sociedad mas justa y más
fraterna.
Aunque nuestra primera
esperanza la dá el Bautismo, cuándo nos es quitado el pecado original y tenemos
toda una vida por delante esperanzados en el Señor Jesús. Luego viene la
esperanza que dá la
Confirmación , que es el confirmar, como dice la palabra, lo
que habíamos prometido en el Bautismo, esto también es causa de esperanza
Así como también la Sagrada Comunión , que no es ni
más ni menos que la unión íntima con Cristo, es factor de esperanza y nos dá
las Gracias para seguir caminando en este Valle de Lágrimas.
El Matrimonio tanto como la Vida Consagrada , son causas de
esperanza, así como también la
Unción de los enfermos.
3- El Amor con el cual Dios
nos creó, nos invita a poner toda nuestra confianza en Él y por esto nos abre
un camino lleno de esperanza, en el futuro y en el más allá.
Jesús es la Luz , esa Luz de Esperanza.
Adrián Prunotto
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